ENTREVISTA. WANG HUI, Intelectual chino.
"China desea reparar las fracturas del desarrollo". Dice que el gigante asiático se centra en la igualdad tras el despegue del mercado.
Hangzhou (China), 1959
Fue editor de 'Dushu'
Invitado a Barcelona por el Cidob y la UAB
Wang Hui es quizá el intelectual más reconocido de China. Tenía 30 años cuando se manifestó en Tiananmen. Fue deportado a las montañas de Sha'anxi, en la frontera de Henan y Hubei. Y al volver a Pekín, un año después, publicó Revuelta contra la desesperación: Lu Xun y su mundo, y se puso al frente de Dushu, la principal revista de pensamiento.
--Estuvo en la plaza de Tiananmen, aquel junio de bayonetas.
--Sí.
--Cambiaron la historia de China.
--¡En estos 17 años han ocurrido tantos cambios en nuestra sociedad!
--En su memoria se habrá anclado una imagen...
--Lo individual es irrelevante.
--Haga un esfuerzo, señor Hui.
--Sentíamos que estábamos construyendo el presente. Tiananmen fue el punto de partida de la transformación de los países socialistas. Años después nos hemos preguntado: ¿por qué cambió tanto China respecto de Rusia y los países del Este?
--¿Porque son ustedes muchos?
--No. En los años 70 empezó la reforma agrícola, y luego el Gobierno central emprendió la reforma radical del mercado. La expansión económica tuvo un alto precio social y mediambiental. Se empezaron a notar las fracturas entre ricos y pobres, entre el interior y el litoral, entre lo rural y lo urbano. Por eso protestamos en 1989. Queríamos más libertad, democracia e igualdad.
--En el exterior se vendió como una petición de apertura.
--En cierto modo, la petición de los intelectuales era algo ingenua. Durante años tuvimos como único modelo de democracia el norteamericano. Ahora defendemos el nuestro.
--No le veo airado. ¡Lo desterraron!
--Cuando ocurrió, en 1990, estaba muy enfadado. Las montañas de Sha'anxi estaban muy lejos, en una de las regiones más pobres. Pero aprendí mucho ese año.
--¿Se puede criticar hoy en China el neoliberalismo?
--¡Naturalmente que sí!
--¿No está considerado como una "regresión irracional"?
--No. Se están produciendo grandes debates en toda China. Además, el término derechos humanos ha entrado en la Constitución. Y eso es muy importante.
--¿Y meramente simbólico...?
--En EEUU y en Europa, a menudo el concepto de derechos humanos se emplea para distintos intereses, ¿no cree? En China, el reconocimiento de ese concepto ya es todo un avance. La gente puede emplearlo para defenderse. El año pasado, por ejemplo, hubo agricultores que se querellaron contra los gobiernos locales.
--La meta del Gobierno de Wen Jiabao es... ¿"la sociedad armoniosa"?
--Suena muy chino, ¿eh? El Gobierno sabe que el desarrollo ha producido fracturas y que, si no se reparan, la situación podría ser muy peligrosa.
--Con 1.316 millones de chinos, ¡ya me dirá cómo lograr la armonía!
--(Ríe) China se ocupó de la eficiencia, y ahora se concentra en la igualdad. ¿Un ejemplo? Un 60% de la población es agrícola. Pues, el Gobierno ha eliminado los impuestos agrarios para fomentar la reinversión. ¡La transformación del papel del Gobierno está siendo importantísima!
--¿No confía usted demasiado?
--No. Sólo valoro el esfuerzo de pasar de una política de desarrollo a una política de servicios sociales. A China le importa el bienestar social.
--¿Qué tal el bienestar de un intelectual como usted?
--En tiempos de Mao el intelectual era parte del proletariado. Ahora, gracias al mercado, el sueldo ha subido y gozamos de cierta influencia.
--¿Y la censura, qué tal?
--¡Inevitable! Aunque comparada con el pasado... Hoy hay espacio para el debate. En la revista Dushu planteamos casi todos los temas espinosos.
--¿Para cuándo el pluripartidismo?
--(?)
--Mala cosa una sola sigla...
--¡El Partido Comunista no es uno! Tiene 17 millones de miembros. ¿Creen que es homogéneo?
--Ya, pero...
--El partido es una estructura que viene de principios del siglo XX. Es un error pensar que podemos romper con nuestra historia. Ahora se debate si habrá un cambio desde dentro del partido. En China, la relación entre el partido y el Estado es complicada. Cabría la separación...
--¿Eso mejoraría las cosas?
--Sí. El Gobierno, por ejemplo, se ha retirado de los problemas derivados de la corrupción. Ya sólo supervisa.
--Dígame la verdad, ¿son ustedes una amenaza?
--Durante miles de años China fue el país más poderoso del mundo. ¿Fue una amenaza para alguien?
Noticia publicada en la página 7 de la edición de 14/3/2006 de El Periódico.
Hangzhou (China), 1959
Fue editor de 'Dushu'
Invitado a Barcelona por el Cidob y la UAB
Wang Hui es quizá el intelectual más reconocido de China. Tenía 30 años cuando se manifestó en Tiananmen. Fue deportado a las montañas de Sha'anxi, en la frontera de Henan y Hubei. Y al volver a Pekín, un año después, publicó Revuelta contra la desesperación: Lu Xun y su mundo, y se puso al frente de Dushu, la principal revista de pensamiento.
--Estuvo en la plaza de Tiananmen, aquel junio de bayonetas.
--Sí.
--Cambiaron la historia de China.
--¡En estos 17 años han ocurrido tantos cambios en nuestra sociedad!
--En su memoria se habrá anclado una imagen...
--Lo individual es irrelevante.
--Haga un esfuerzo, señor Hui.
--Sentíamos que estábamos construyendo el presente. Tiananmen fue el punto de partida de la transformación de los países socialistas. Años después nos hemos preguntado: ¿por qué cambió tanto China respecto de Rusia y los países del Este?
--¿Porque son ustedes muchos?
--No. En los años 70 empezó la reforma agrícola, y luego el Gobierno central emprendió la reforma radical del mercado. La expansión económica tuvo un alto precio social y mediambiental. Se empezaron a notar las fracturas entre ricos y pobres, entre el interior y el litoral, entre lo rural y lo urbano. Por eso protestamos en 1989. Queríamos más libertad, democracia e igualdad.
--En el exterior se vendió como una petición de apertura.
--En cierto modo, la petición de los intelectuales era algo ingenua. Durante años tuvimos como único modelo de democracia el norteamericano. Ahora defendemos el nuestro.
--No le veo airado. ¡Lo desterraron!
--Cuando ocurrió, en 1990, estaba muy enfadado. Las montañas de Sha'anxi estaban muy lejos, en una de las regiones más pobres. Pero aprendí mucho ese año.
--¿Se puede criticar hoy en China el neoliberalismo?
--¡Naturalmente que sí!
--¿No está considerado como una "regresión irracional"?
--No. Se están produciendo grandes debates en toda China. Además, el término derechos humanos ha entrado en la Constitución. Y eso es muy importante.
--¿Y meramente simbólico...?
--En EEUU y en Europa, a menudo el concepto de derechos humanos se emplea para distintos intereses, ¿no cree? En China, el reconocimiento de ese concepto ya es todo un avance. La gente puede emplearlo para defenderse. El año pasado, por ejemplo, hubo agricultores que se querellaron contra los gobiernos locales.
--La meta del Gobierno de Wen Jiabao es... ¿"la sociedad armoniosa"?
--Suena muy chino, ¿eh? El Gobierno sabe que el desarrollo ha producido fracturas y que, si no se reparan, la situación podría ser muy peligrosa.
--Con 1.316 millones de chinos, ¡ya me dirá cómo lograr la armonía!
--(Ríe) China se ocupó de la eficiencia, y ahora se concentra en la igualdad. ¿Un ejemplo? Un 60% de la población es agrícola. Pues, el Gobierno ha eliminado los impuestos agrarios para fomentar la reinversión. ¡La transformación del papel del Gobierno está siendo importantísima!
--¿No confía usted demasiado?
--No. Sólo valoro el esfuerzo de pasar de una política de desarrollo a una política de servicios sociales. A China le importa el bienestar social.
--¿Qué tal el bienestar de un intelectual como usted?
--En tiempos de Mao el intelectual era parte del proletariado. Ahora, gracias al mercado, el sueldo ha subido y gozamos de cierta influencia.
--¿Y la censura, qué tal?
--¡Inevitable! Aunque comparada con el pasado... Hoy hay espacio para el debate. En la revista Dushu planteamos casi todos los temas espinosos.
--¿Para cuándo el pluripartidismo?
--(?)
--Mala cosa una sola sigla...
--¡El Partido Comunista no es uno! Tiene 17 millones de miembros. ¿Creen que es homogéneo?
--Ya, pero...
--El partido es una estructura que viene de principios del siglo XX. Es un error pensar que podemos romper con nuestra historia. Ahora se debate si habrá un cambio desde dentro del partido. En China, la relación entre el partido y el Estado es complicada. Cabría la separación...
--¿Eso mejoraría las cosas?
--Sí. El Gobierno, por ejemplo, se ha retirado de los problemas derivados de la corrupción. Ya sólo supervisa.
--Dígame la verdad, ¿son ustedes una amenaza?
--Durante miles de años China fue el país más poderoso del mundo. ¿Fue una amenaza para alguien?
Noticia publicada en la página 7 de la edición de 14/3/2006 de El Periódico.
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